viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Qué quieres ser de mayor?

Chair 3D, de Danilo Rizzuti
http://www.freedigitalphotos.net
De todas las preguntas odiosas que tuve que soportar a lo largo de mi infancia, esta sin duda se lleva la palma. Nunca entenderé por qué algunos adultos se empeñan en preguntar semejante sandez.
Odiaba esa pregunta porque me parecía claramente sexista. Evidentemente, de pequeña desconocía esa palabra (a lo mejor ni existía), ni siquiera habría sido capaz de exponer ese concepto, pero aún así lo percibía, odiaba la preguntita de marras porque pretendía encasillarme, hacerme entrar en un molde que otros prepararían para mí. Desde que tengo memoria, odio que me encasillen.
Se suponía que todas las chicas debíamos aspirar a ser enfermeras, maestras o actrices, mientras que los chicos tenían que soñar con convertirse en futbolistas o pilotos de fórmula 1.

A mí me ponían mala los hospitales, no tenía vocación para la enseñanza y no me sentía atraída por el glamour de Hollywood, con lo cual malamente podía encajar en lo políticamente correcto. A veces, ni siquiera tenía claro lo que quería hacer al día siguiente, como para pensar en qué querría ser dentro de muchos años.
Pero para ser sincera, la verdadera razón del odio tan visceral que tenía a la pregunta era que no sabía qué contestar. Un día le pregunté a mi madre qué podía ser de mayor: la pobre intentó ayudarme a que encontrara yo sola la respuesta, intentó hacerme pensar en profesiones que considerara interesantes, pero no se me ocurrió ninguna; entonces, probó a preguntarme por cosas que me gustaba hacer, y había varias, pero ninguna susceptible de convertirse en una manera de ganarse la vida. Finalmente, ante mi insistencia, me sugirió que, como me gustaban los animales, dijera que quería ser veterinaria. Seguí su consejo algunas veces para hacer callar al adulto metomentodo de turno, pero finalmente dejé de hacerlo, porque al fin y al cabo esa respuesta era una mentira y no me sentía bien con ella.
Cuando era niña no sabía lo que quería ser de mayor, y a decir verdad tampoco lo sabía cuando llegué a la edad adulta. Empecé a buscar trabajo porque no quería depender de la paga de mis padres, no porque me fascinara una profesión en concreto. No me disgusta mi trabajo actual (quiero decir, el que tenía antes de pedir la excedencia y al que teóricamente volveré cuando se me acabe), pero no ha sido el sueño de mi vida: me interesa mantenerlo por la estabilidad que me proporciona, porque evidentemente viviremos mejor con dos sueldos que con uno y porque me gusta hacer algo con mi tiempo, aunque no me siento especialmente realizada.
Pero un día decidí crear un blog y empecé a vislumbrar en la lejanía lo que realmente quería ser. Me gusta ser bloguera, me gusta dejar trocitos de mi alma en la red, me gusta que me lean y que comenten mis entradas, me gusta tener cada vez más seguidores y que me visiten desde cualquier parte del mundo. Me gustan las palabras, me gusta jugar con ellas, me gusta contar historias.
Soy bloguera, forera, moderadora y escritora en ciernes, y disfruto siéndolo.
Y por supuesto, me encanta ser mamá.
He tardado muchos años, pero por fin he descubierto lo que quería ser de mayor. Quería ser yo misma.

2 comentarios:

  1. Ay Kim compañera... Cómo te entiendo.

    Yo también he tardado muchos años en darme cuento que lo que siempre he querido es "ser yo misma".

    Curiosamente mi "yo misma" no es nada rentable, ni al uso que esta sociedad demanda. Y a pesar de ello, insisto en buscar mi hueco, aun a riesgo de ser tachada con más etiquetas aún de las que ya llevo a lo largo y ancho de mis años.

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  2. Yo tampoco sabía qué contestar.
    Me dio por estudiar y hasta que he comprendido que el aprendizaje es sólo la herramienta para ayudarme a ser "yo misma" no he podido empezar a quitarme etiquetas de encima para sentirme más libre. Lástima que ésto, tampoco sea rentable.

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