miércoles, 28 de noviembre de 2012

Hermanos

Desde que tengo uso de razón, me prometí a mí misma que tendría más de un hijo. Como muchos hijos únicos, añoraba algo que no llegué a conocer.
En realidad, ser hija única no tiene nada de malo, incluso ofrece ciertas ventajas. Sin embargo, de niña solía envidiar a las amigas que tenían hermanos: mi casa parecía más ordenada, más silenciosa y menos espontánea que las suyas; es más divertido saltar en el sofá o hacer una lucha de almohadas cuando alguien juega contigo.
Obviamente, ser hija única no me impidió tener amigos, primos y conocer a otros niños con los que jugar, pero no pude experimentar los pros y contras de esa convivencia diaria de la que disfrutaban las familias más numerosas. Además, creo que el hecho de no convivir con otros niños más o menos de mi edad me hizo madurar de repente en algunos aspectos, mi niñez fue más breve de lo que debería haber sido.
Cuando mi marido y yo decidimos buscar un bebé, yo tenía clarísimo que algún día repetiríamos la experiencia; en cambio mi marido, que procede de una familia numerosa, no estaba tan seguro. Como dije al principio, a menudo añoramos lo que no llegamos a conocer.
Mi hijo fue hijo único durante cuatro años y medio, y a decir verdad no me arrepiento de ello: pude dedicarle todo ese tiempo sin tener que repartirlo con nadie más, pude concentrar todas mis energías en él y en sus juegos, con él me estrené en la maternidad y no pensé en ir a por otro hasta tener la (casi) certeza de estar haciéndolo medianamente bien.
Al final tiramos por la ventana todos los miedos y las inseguridades, y llegó la princesita. A diferencia de su hermano, desde que nació no pudo disfrutar de todo mi tiempo, porque lo tiene que compartir; lógicamente, tiene sus parcelas de exclusividad, igual que las tiene mi hijo, pero en ocasiones me veo obligada a hacer malabares para que cada uno reciba su "ración" de dedicación materna, intento adaptarme a las exigencias de cada uno y ser ecuánime al mismo tiempo (no es nada fácil, pero merece la pena).
Sin embargo, mi niña tiene algo desconocido para los hijos únicos: a su ídolo, un hermano mayor al que intenta imitar en todo, alguien que tiene que parecerle un cruce de niño y de adulto, divertido como un niño y al mismo tiempo hábil como un mayor. Él tiene a una admiradora, una personita que le sigue allá donde va, que a veces le chincha pero le adora.
Últimamente juegan juntos a menudo; no juegan de la misma manera, pues sus habilidades e intereses son todavía muy diferentes, pero aún así, encuentran un terreno común, actividades de las que ambos disfrutan, cada uno a su manera.
Suelen jugar en la habitación de mi hijo, arrodillados en el suelo, vuelcan una caja de juguetes y cada uno se pide las piezas que prefiere. Algunas veces se enfadan y tengo que mediar; otras, se ponen a jugar por separado; otras más, cada vez con mayor frecuencia, se ponen a jugar un juego que solo ellos entienden, donde cada uno fija sus propias reglas.
La foto que he elegido para esta entrada procede de uno de esos juegos: como podéis ver, en mi casa criamos con apego hasta a los peluches, porque esos dos siempre están juntos, la rana en brazos del oso que es más grande. Mi hija me los trajo, por turnos, para que les diera teta, y después mi hijo les puso pañal, porque son bebés.
Me quedé embelesada observándoles mientras jugaban, viendo como se reían a la vez de algo que yo no entendí. Sé que nada de esto garantiza que cuando sean mayores se vayan a llevar bien, sin embargo, espero que el día que lleguen a adultos lleven grabadas en sus corazones esas miradas de complicidad.

martes, 6 de noviembre de 2012

Dormir sin llorar

Hoy al mediodía, el programa Nens de la emisora Tarragona Radio ha ofrecido una entrevista a Rafi López, fundadora y administradora del foro Dormir sin llorar; la entrevista se puede escuchar a través de este enlace.
Hace cuatro años y medio que conozco el foro de Dormir sin llorar, y si tuviera que resumirlo en pocas palabras, diría que me ha cambiado la vida. Lo descubrí por casualidad, por aquel entonces necesitaba respuestas, estaba desesperada por saber si era cierto que mi hijo, que entonces tenía dos años, se resistía tanto a dormir por mi culpa, porque no le había dejado llorar y le estaba malcriando, y en el foro no solo las encontré, sino que pude comprobar que "lo mío" no era tan raro como pensaba.
Al principio, me limitaba a leer, hasta que conseguí reunir el valor necesario para publicar tímidamente mi primera consulta; me sentí acompañada y arropada, así que empecé a escribir con mayor asiduidad.
Confieso que me costó bastante atreverme a dar consejos, porque me daba apuro hacerlo siendo novata; con el tiempo, aprendí que todas las aportaciones son de agradecer.
Yo soy tan solo una de los más de 14.000 usuarios que han pasado por el foro; me atrevo a decir que prácticamente todas (hablo en femenino, pues somos mayoría de mamás) hemos entrado para lo mismo, para buscar la solución a un problema de sueño, real o supuesto, de nuestros retoños. Algunas se marchan al poco tiempo, puede que porque nuestra filosofía no encaja con su forma de pensar, o porque una vez solucionado o encarrilado el problema que las ha llevado hasta el foro deciden seguir con su vida; otras vuelven periódicamente, y cada vez que lo hacen es como volver a abrazar a una amiga de la que hacía tiempo que no sabíamos nada; también las hay que directamente no nos marchamos.
Un foro es como una casa con las puertas abiertas de par en par, cada cual es libre de entrar y salir como le plazca, de decidir si se encuentra cómodo, si le gusta la decoración y de elegir su sillón favorito. Sin quitarle ningún mérito a Rafi, el foro somos todas, las que llevamos miles de mensajes y las que apenas han escrito media docena, las que lo conocemos desde hace tiempo y las que acaban de llegar, las veteranas y las nuevas.
Allí tengo a mi tribu, unas amigas que en algunos casos viven a cientos de kilómetros y aún así siento más cercanas que algunas personas que tengo al lado. Mi tribu, que comparte conmigo las mismas preocupaciones sobre crianza, que me sostiene cuando flaqueo, me escucha cuando me desahogo, una tribu hecha de manos amigas dispuestas a acompañarme. Gracias a Dormir sin llorar, ya no me siento sola con mis ideas "locas".
Todo esto se lo debo (se lo debemos) a Rafi, porque sin tanta pasión, ilusión, entusiasmo, alegría, compromiso y entrega por su parte, DSLL no sería una realidad. Tengo la suerte de haberla conocido en persona, y puedo asegurar que es igual de encantadora que a nivel virtual.
Como dije antes, un foro no es estático, sino algo cambiante: la estructura puede ser fija, pero el tejido varía en función de las aportaciones que recibe. Últimamente, hemos propuesto crear un subforo de (pre)adolescencia para uso y disfrute de las que tenemos niños más mayorcitos. Sé que puede parecer absurdo que un foro de sueño infantil dedique un espacio a hablar de adolescentes, pero bien mirado, yo no lo veo así: como dice una amiga mía (parte de mi tribu) todo pasa y todo llega, y tarde o temprano dejaremos de preocuparnos por los desvelos nocturnos, las rabietas, el control de esfínteres o los deberes de primaria para enfrentarnos a nuevos retos. Algún día mis hijos irán al instituto, sufrirán por amor, querrán salir de noche, se pasarán el día escuchando una música que me parecerá horrorosa y siguiendo modas cuestionables, tendré que hablar con ellos de drogas, de anticonceptivos, negociar la hora de llegar a casa, dejarles tomar sus decisiones sin imponerles las mías a la vez que rezaré para que elijan el camino que yo considero correcto.
Pasaré por todo esto, pero no quiero hacerlo sola, necesito a mi tribu, que por aquel entonces tendrá hijos adolescentes igual que yo. Podemos hablar de piercings y de carreras universitarias a la vez que buscamos trucos para reducir los despertares de los bebés y explicamos qué es la angustia de separación.
Llamadme tonta, pero mientras escribo esto estoy llorando a lágrima viva, me duele en el alma la idea de marcharme de DSLL algún día para buscar mis respuestas en otros lares, y pienso que igual haciendo un poco de reforma podemos ampliar la casa y evitar así que nadie tenga que irse a otra más grande.
Hasta que descubrí a Dormir sin llorar me sentía insegura, incapaz y llena de miedos, debatiéndome eternamente entre lo que me pedía el instinto y el miedo a malcriar. El foro ha sido mi metamorfosis, mi catarsis; igual pido lo imposible, pero me cambió, y me gustaría que siguiera cambiando conmigo. El tiempo lo dirá.

A Rafi, si me lees: GRACIAS POR HABERLO HECHO POSIBLE.