viernes, 12 de abril de 2013

Desmontando al juez Calatayud

Recientemente ha llegado a mi facebook un "decálogo", supuestamente escrito por el juez de menores Emilio Calatayud, en el que se recomiendan los pasos a seguir para convertir a tu hijo en un delincuente juvenil.
No pretendo analizar ni criticar su labor como juez, sin embargo creo que este señor (al igual que muchos otros que se convierten en personajes mediáticos) ha cometido el error de difundir sus opiniones e idiosincrasias personales disfrazándolas de consejos de experto, amén de que una persona que afirma públicamente que confundir un cachete con maltrato es una tontería está incitando públicamente a cometer un delito, ni más ni menos que si un economista dijera que es una tontería confundir la sustracción de una cartera con un robo.
No soy experta en leyes, ni psicóloga, pero en mi opinión, la práctica totalidad de los menores delincuentes tiene que haber sufrido algún tipo de abuso o carencia en su infancia: obviamente, no se trata de utilizar este argumento para justificar las conductas delictivas, pero el primer paso para erradicarlas debería ser tratar de entender por qué se producen, y corregir los factores que las han hecho posibles.
Supongo que esta teoría no vende, o por lo menos el juez Calatayud prefiere aportar un enfoque - a mi juicio - más demagógico y simplón.
A continuación os detallo el famoso decálogo: en cursiva, los consejos del insigne juez, seguidos por mis propias opiniones, lógicamente igual de rebatibles que las de cualquiera.
Imagen: Gavel, de Salvatore Vuono
www.freedigitalphotos.net
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de queel mundo entero le pertenece.
Si por "darle todo lo que pida" entendemos sobrecargar al niño de caprichos materiales, estoy de acuerdo: el materialismo desenfrenado me parece peligroso. Más peligroso aún me parece comprarle un juguete a un niño para suplir la falta de tiempo, o de ganas. Un niño pequeño no suele desear cosas materiales, lo que desea es cariño, atención, dedicación y tiempo: si no los recibe, es posible que con el tiempo intente compensar esa carencia acumulando pertenencias de forma casi compulsiva. El error es que tendemos a pensar que esos niños han sido excesivamente mimados y que su problema es que nunca se les ha negado nada, cuando en realidad se trata de todo lo contrario.
Cuando yo era niña, mi padre tenía dos trabajos, uno de lunes a viernes y otro de fines de semana y festivos. No culpo a mi padre por hacerlo, ni a mi madre por permitirlo, pues intentaron de buena fe darme lo que les había faltado en su infancia; de lo que sí les culpo es de no haberme escuchado. He perdido la cuenta de las veces que tuve que oír que gracias a ese segundo trabajo mis padres podían pagar mi ortodoncia, las clases de inglés o el viaje anual; del mismo modo que he perdido la cuenta de las veces que les contesté que habría renunciado encantada a todos esos lujos a cambio de poder contar con la presencia de mi padre en la comida de Navidad o en la función del colegio. Incluso acabé por hacer lo que suelen hacer los niños en ese tipo de situación, es decir, romper mi hucha y llevarle a mi padre el puñado de moneditas que había conseguido ahorrar para que se las quedara y me ofreciera a cambio su tiempo; huelga decir que no sirvió de nada.
Mi padre acabó dejando el segundo trabajo cuando yo tenía 14 años, demasiado tarde para disfrutar de una sesión de mimos los fines de semana, una guerra de cosquillas o una simple tarde en el parque.
Los juguetes, los regalos, los caprichos pueden esperar; por desgracia, el tiempo perdido no volverá nunca.

2. Reídle todas sus groserías, tonterías y salidas de tono: así crecerá convencido de que es muy gracioso y no entenderá cuando en el colegio le llamen la atención por los mismos hechos.
Las groserías, tonterías y salidas de tono no suelen ser comportamientos innatos; quiero pensar que si un niño ha adquirido esas costumbres en edad preescolar, será porque las ha visto y oído en algún sitio, presumiblemente en casa, en boca de sus padres o de quienes se encargan de educarle. Sería más lógico decir que los niños suelen aprender de lo que ven, y alertar a continuación a los adultos a intentar cuidar, en la medida de lo posible, sus formas y su lenguaje; pero parece que el juez Calatayud considera más efectivo reñir o castigar a un niño por hacer lo mismo que otros hacen a su alrededor.

3. No le déis ninguna formación espiritual: ¡ya la escogerá él cuando sea mayor!
Por lo que he podido leer, D. Emilio Calatayud es una persona de profundas convicciones religiosas, y posiblemente ha elegido la palabra "espiritual" por considerarla políticamente más correcta y aceptada por un público más amplio que si hubiera dicho "católica". A mi entender, viene a significar lo mismo, por lo menos si nos regimos por lo que declara en las entrevistas (a saber, que los valores de la religión católica son "muy buenos", que si la Iglesia - entendida como institución - ha logrado sobrevivir durante 20 siglos "por algo será" y que le preocupa el laicismo imperante en la sociedad contemporánea).
Para añadirle un toque de humor, supongo que su defensa del cachete será el equivalente terrenal de la recomendación evangélica de ofrecer la otra mejilla.
Ahora en serio, y sin ánimos de ofender las creencias de quiénes me puedan estar leyendo, no entiendo qué problema hay en cuestionar las cosas: al contrario, a mí me parece una actitud sana, señal de pensamiento crítico.
Si yo le digo a mis hijos que yo creo en tal cosa, y que ellos tienen que creer en lo mismo porque es la única manera correcta de ver la vida, me temo que no les estoy formando espiritualmente, más bien les estaré adoctrinando. Cuando una dictadura (ya sea de corte político o religioso) adopta una única línea de pensamiento nos parece un intolerable atropello de los derechos humanos; en cambio, si los afectados son niños, es un bonito ejemplo de "formación espiritual".

4. Nunca le digáis que lo que hace está mal: podría adquirir complejos de culpabilidad y vivir frustrado; primero creerá que le tienen manía y más tarde se convencerá de que la culpa es de la sociedad.
En realidad, con este punto estoy de acuerdo en parte. Educar implica necesariamente corregir las conductas inadecuadas; sin embargo, el tema de la frustración me chirría bastante, porque suele conllevar la idea de que es buenísimo que los niños aprendan a tolerar la frustración, y por tanto debemos propiciar esas ocasiones, imponiéndoles límites caprichosos, absurdos y arbitrarios.

5. Recoged todo lo que vaya dejando tirado: así crecerá pensando que todo el mundo está a su servicio; su madre la primera.
Es más probable que un niño aprenda a ser ordenado si sus padres también lo son; exigirle que su habitación esté impecablemente recogida cuando la nuestra es todo lo contrario se me antoja un poco incongruente.

6. Dejadle ver y leer todo: limpiad con detergente, que desinfecta, la vajilla en la que come, pero dejad que su espíritu se recree con cualquier porquería. Pronto dejará de tener criterio recto.
Sinceramente, esta frase me produce urticaria, me ha recordado la novela 1984 de George Orwell.
He sufrido un exceso de autoridad durante mi infancia, y más adelante las secuelas del mismo, y aún así puedo decir que mis padres nunca jamás censuraron lo que veía y leía. Es una actitud bastante contraproducente, pues la mejor manera de tener un "criterio recto" es comprobando que existen muchas formas de pensar, y quedarnos con lo bueno que pueda haber en cada una de ellas a la vez que deshechamos lo malo.
He sido lectora empedernida durante mi infancia y mi adolescencia, y en mis manos ha caído absolutamente de todo, desde el Mein Kampf de Hitler hasta el mismísimo Kama Sutra (dicho sea de paso, nunca he sido neonazi a pesar de que semejante lectura podía haberme alejado de la rectitud moral; en cuanto al Kama Sutra, os diré que las famosas posturas ocupan un par de páginas a lo sumo, por lo demás se le puede considerar un manual de buenos modales). Si nos imponen "desde arriba" nuestras lecturas y aficiones, nos prohíben lo normal, es probable que caigamos en la anormalidad.

7. Padre y madre discutid delante de él: así se irá acostumbrando, y cuando la familia esté ya destrozada lo encontrará de lo más normal, no se dará ni cuenta.
Si bien no me parece acertado recurrir a la agresividad verbal delante de los niños (ni detrás), considero que la familia somos todos, y una discusión constructiva y pacífica no tiene por qué llevar al destrozo.
Un matrimonio puede fracasar por las razones más variadas, y creo que un niño ya tiene bastante con intentar superar la separación de sus padres como para culparle por su forma de ver la situación.

8. Dadle todo el dinero que quiera: así crecerá pensando que para disponer de dinero no hace falta trabajar, basta con pedir.
Dados los tiempos que corren, para muchos padres será materialmente imposible darles a sus hijos todo el dinero que quiera.

9. Que todos sus deseos estén satisfechos al instante: comer, beber, divertirse,…¡de otro modo podría acabar siendo un frustrado!
Pues yo cuando tengo sed voy a por agua; cuando tengo hambre, pico algo aunque no sea la hora establecida. Pero yo soy mayor de edad, si no lo fuera, habría que emplear un doble rasero.

10. Dadle siempre la razón: son los profesores, la gente, las leyes… quiénes la tienen tomada con él.
Otra frase que se las trae... No se trata de dar la razón ni de quitarla, sino de analizar la situación de forma objetiva. Si el día de mañana uno de mis hijos tiene un conflicto con un adulto y considero que no tiene razón, así se lo haré saber a todas las partes implicadas: opino que lo importante no es no equivocarse sino ser capaces de recapacitar y rectificar cuando eso ocurre. Lo que no voy a hacer es quedarme callada ante una injusticia por miedo a "desautorizar" al adulto de turno, concepto que por desgracia está muy de moda.
Un niño acostumbrado a ser regañado cada vez que le lleva la contraria a un adulto acabará por perder la confianza en sus progenitores y no acudirá a ellos ni siquiera en casos graves, como puede ser por ejemplo un abuso sexual, porque pensará de entrada que sus padres no le defenderán. Puede parecer descabellado pero os aseguro que no me lo invento.

“Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él”.
Sin comentarios.

12 comentarios:

  1. Yo creo que cuando dice lo de satisfacer sus necesidades al momento se refiere a cuando el niño esta en un sitio donde en ese momento no se le puede dar de comer (porque no hay comida, porque simplemente no se puede comer) y los padres hacen todo lo posible para romper esas normas y darle de comer al niño. y lo del dinero estot de acuerdo con él, aunque muchos padres hoy en día tuviesen todo el dinero del mundo...no creo que fuese bueno dárselo, no es cuestión de ''no te doy porque no tengo, sino porque no siempre se puede''

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo lo veo más en el sentido de enseñarles a tolerar la frustración, incluso a generarla para que aprendan que no se puede tener todo en la vida... y por desgracia, eso es algo que se aprende bastante pronto, basta con que te pidan que te quedes y tú tengas que irte a trabajar. No me gusta el doble rasero, porque si un niño pide algo hay que negárselo porque es un capricho, pero si el capricho lo tiene un adulto, entonces es legítimo.
      Sobre el dinero, te doy la razón, no es bueno dárselo sin medida, sin embargo el peligro radica en intentar compensar con dinero la falta de atención, a mi entender lo malo no es comprarle una consola al niño, sino "aparcarle" delante de ella todo el día para que no moleste.

      Eliminar
  2. Estoy de acuerdo, lo malo no es comprarle la consola (nadie se ha malcriado por tener una...y muchos la hemos tenido)sino el uso que se haga de ella, si sirve para que juegues con tu hijo, o para que el juegue a ratitos pues me parece bien, pero a modo de aparcamiento no.

    Lo de la frustración, yo pienso que frustrar por frustrar no tiene sentido, no es lo mismo no poder atender inmediatamente el llanto de un bebe o niño porque estás en el baño o limpiando algo (vamos, ocupado) que estar delante de tu hijo y dejarlo llorar porque ''tiene que aprender lo que es la frustración''

    ResponderEliminar
  3. He tenido la oportunidad de asistir en persona a una de las charlas del juez calatayud sobre la educación en España y él mismo avisa que el decalogo no es suyo aunque lo lee como ejemplo en sus charlas. En mi humilde opinión, dejando el decalogo aparte que me parece muy simplista, creo que Emilio Calatayud intenta, con su gran capacidad para comunicar, alertar del creciente número de jóvenes sin perspectivas de futuro que delinquen e incluso llegan a agredir a sus padres. Está claro que algo falla en esta sociedad y en la educación que reciben muchos niños viendo el aumento de delincuencia juvenil, de padres agredidos por sus hijos, de trastornos de la conducta... Sin ser una de las mejores charlas sobre educación a las que he asistido, ya que toca los temas de manera muy superficial (ya que no es un experto en educación), y a pesar de no compartir todas las ideas que expresa, reconozco que Emilo es capaz de centrar el problema en el paso de un sistema educativo dictatorial propio de una sociedad sometida a otro de las "libertades y derechos" donde parece que olvidamos educar en las obligaciones.
    Para realizar una crítica más fundada sobre el juez Calatayud te recomiendo que asistas a su charla al igual que a otras que hablen sobre como educar en una sociedad en democracia.

    Por último comentar un poco sobre la frustración ya que la habeis mencionado en varias ocasiones. Un niño debe aprender a gestionar su frustración. Es muy importante, de lo contrario tendremos jóvenes y adultos teniendo rabietas y pegando patadas como si fueran níños (He tenido ocasión de vivirlo en una unidad de trastornos de la conducta) Para que los niños aprendan a gestionar su frustración tenemos que dejar que esta ocurra (No hay que hiperproteger) dejar que pase la rabieta (Ya que no es momento para iniciar una comunicación) y luego hablar con nuestros hijos para transmitirles nuestro mensaje de cariño, apoyo, empatía, recursos para superar esa frustración... Evidentemente hablar con estas generalidades es errar ya que las necesidades de los niños cambian con la edad y de un niño a otro. Pero en educación solo hay recomendaciones ya que no existe una formula mágica que sirva para todos los niños.

    Una cosa está clara la educación era más fácil en la dictadura y los padres de hoy en día se han quedado sin un modelo claro que seguir.

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ante todo, gracias por tu comentario. Tienes razón en que puede ser bastante simplista por mi parte limitarme a este decálogo, puede que también le tenga una manía injustificada a este juez porque algunas de sus sentencias me han parecido bastante populistas; por otra parte, si bien estoy de acuerdo contigo en que la delincuencia juvenil es un fenómeno preocupante, me parece que achacarlo todo a un excesivo permisivismo de los padres es un enfoque bastante reduccionista.
      Tengo entendido de que la gran mayoría de jóvenes que agreden a sus padres han sufrido malos tratos en su infancia, o así lo decía una estadística reciente llevada a cabo entre los menores internados en centros. Está muy de moda llevarse las manos a la cabeza ante la falta de autoridad o de límites, pero creo que en el fondo como mejor se aprende es con el ejemplo, los adolescentes violentos a menudo proceden de hogares donde reina el "aquí mando yo", se tiende a hacer ver que han sido muy mimados y consentidos cuando a menudo se trata de todo lo contrario.
      Sobre la frustración, es cierto que un niño debe aprender a gestionarla, pero una cosa es no sobreproteger, tratando de evitar a toda costa cualquier cosa que pueda provocarle un disgusto, y otra muy distinta propiciarla, que es lo que suele recomendar esta corriente educativa. No es lo mismo negarle una cosa por un motivo fundado, o hacerlo para que aprenda que no se puede tener todo en la vida.

      Eliminar
    2. Desde luego, se educa desde el ejemplo. Pero permíteme discrepar de esa encuesta que nombras. Padres dictatoriales y agresivos pueden crear hijos con muy baja autoestima fácilmente sumisos y manipulables o por el contrario hijos con conductas agresivas hacia terceras personas, pero raramente hacia sus propios padres. Tengo conocimiento de otros estudios que nombran la permisividad, ausencia de valores y la ausencia física de los padres como principales causas de niños agresivos hacia sus propios padres. Suelen ser niños que han crecido sin unas normas claras, donde cualquier rabieta les ha servido para conseguir lo que han querido, que han aprendido a manipular a sus padres aprovechando sus sentimientos de culpa por las ausencias (trabajo, separaciones...) Son niños que han aprendido que un enfado, un grito, un ya no te quiero, un golpe en la mesa sirve para conseguir lo que quieren. Y claro llegan a adolescentes y no saben conseguir lo que quieren de otro modo.
      Ojo! no me malinterpretes, no estoy diciendo que lo correcto sea lo contrario, simplemente digo que da otro tipo de problemas.

      Me vas a permitir unas palabras dichas por otro conferenciante que no recuerdo el nombre: " Educar un niño es como tener un pájaro en la mano. Si lo aprietas mucho lo asfixias y si no lo sujetas bien se escapa volando"

      La clave está en el equilibrio, en crear normas consensuadas en familia y explicadas, en poner castigos proporcionales al incumplimiento de esas normas y luego cumplirlos, en educar con valores (disciplina, esfuerzo, empatía, asertividad...), en dar amor, comprensión, en tener paciencia... En definitiva mucho sentido común, paciencia y amor pero siempre combinado con un poquito de disciplina, seriedad y normas. Pensando que no pasa nada porque un hijo llore porque no ha conseguido lo que ha querido,

      Eliminar
    3. Estoy de acuerdo en líneas generales pero discrepo bastante en algunos matices:
      - Me parece que a veces confundimos ser permisivo con no educar. No se trata de decir a todo que sí, ni a ceder cuando no se debería por miedo a que el niño se disguste, pero tampoco estoy de acuerdo en achacar todos los males del mundo a la falta de autoridad de los padres. Más bien porque creo que a veces se considera permisividad lo que en realidad es falta de implicación.
      Sobre la manipulación estoy de acuerdo a medias, no comparto esas teorías que presentan al niño como un enemigo al que hay que dominar para que no se te suba a la chepa. Esos niños manipuladores, que aprenden a conseguir lo que quieren con un golpe en la mesa, pueden estar repitiendo lo que han visto en casa, cuando el golpe en la mesa y el ya no te quiero ha sido dirigido hacia ellos.
      Sin embargo, discrepo totalmente con tu última frase, o por lo menos considero que habría que matizar en qué sentido no pasa nada si un hijo llore porque no ha conseguido lo que ha querido, sobre todo habrá que ver de qué edad estamos hablando, qué es lo que ha querido conseguir y qué ha motivado nuestra negativa.
      Estoy de acuerdo en que un adolescente no necesita un móvil de última generación para ser feliz (a mi entender, la obsesión por acaparar pertenencias materiales esconde una carencia más profunda que se debería analizar en vez de limitarse al ejercicio del "no" y al despliegue de autoridad vertical), pero esa frase se usa a menudo para justificar conductas que fomentan el desapego: dejar llorar a los niños, incluso a los bebés, para que duerman solos, coman solos, jueguen solos, no nos molesten, no nos echen de menos y un largo etcétera. Sin ánimos de generalizar, es bastante poco probable que un niño se muestre empático si nadie se ha molestado en empatizar con él.

      Eliminar
    4. Hola Kim, me alegra ver que más o menos compartimos la base aunque luego discrepemos un poco en algunas formas.

      En primer lugar haces bien en no coincidir con mi última frase. No sé muy bien lo que quería expresar pero se trata de una frase a medias que no completé. Imagino que quería elaborar un argumento en contra de ceder ante cualquier rabieta porque no se puedan soportar unos lloros. Evidentemente es mejor si no hay frustraciones continuas una detrás de otra, pero lo más importante es aprender a gestionarlas. En la vida no es más feliz quien no tiene frustraciones porque consigue todo lo que quiere (He visto a mucha gente "crearselas" agobiándose con problemas cotidianos que todo el mundo aprendemos a gestionar) sino quien aprende a aceptar que no todo sale de cara.

      No estoy hablando de un autoridad vertical, ya que siempre estoy a favor de dar un argumento aunque no se entienda. Sí, dar el argumento aunque no nos entiendan. Lo ideal es que la norma sea entendida y compartida pero el fin es poner una norma razonada. Que sepan que hay una razón aunque no la compartan o entiendan en profundidad. (Lo mismo pasa con muchas normas en nuestra sociedad ) Me parece un error repetir mil veces el mismo argumento de diferentes maneras, con la esperanza de que nos entiendan o incluso compartan nuestra visión, ya que les estamos dando la visión de que las normas son discutibles que incluso hay excepciones cuando no se ajusta a nuestro razonamiento. Yo prefiero discutir por antemano sobre las consecuencias de transgredirlas.

      Respecto a dejar llorar los niños y bebes solos... Para mí es un tema complicado. Entiendo y comparto tu postura ya que muchas veces se trata de egoísmo. No puedes obviar sus necesidades y dejar que se canse de llorar hasta que asuma que la vida es así de injusta que hasta sus padres "pasan" de él. Cuando hablo de aprender a gestionar frustraciones no hablo de esto.
      Pero por otro lado entiendo que los niños y padres deben compaginar sus necesidades y obligaciones. Los niños pequeños y bebes son muy adaptables y aunque nos parezca lo contrario mucho más tolerables a un cambio que los adultos. La mayoría en 4-5 días toleran bastante bien cualquier novedad que hayamos introducido. Por eso tampoco hay que torturarse si tenemos que condicionar ciertos hábitos para la buena gestión familiar. El niño va a llorar hasta que se adapte a los nuevos cambios. Te pongo como ejemplos la retirada del chupete o pecho, el paso a la cuna o cama, el viajar en los grupos adaptados para el coche... No son muchos los niños que consiguen superar estas y otras etapas sin unos lloros, por muchos libros y técnicas que tratan de gestionar estos cambios.

      Si alguna vez he hablado de manipulación no pienso en niños maquiavélicos que juegan con nuestra voluntad como si de una partida de ajedrez se tratase. Es mucho más simple. Tu y yo queremos salirnos siempre con la nuestra. Sí, si nos apetece algo queremos conseguirlo pero no aprovechamos cualquier ocasión que se nos presenta para hacerlo. ¿Qué nos detiene? ¿Qué nos hace conseguir lo que queremos de una manera ética y asertiva? Una serie de normas y principios, junto con la capacidad de saber pensar a largo plazo, que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida. Un niño carece de eso, somos nosotros quienes tenemos que ayudarle a formarlo. Solo ve el corto plazo y no tiene más limites que los que nosotros le enseñamos. Por eso se dice que son manipuladores, porque recurren a la persona o técnica que les permite conseguir lo que quieren de la manera más simple. Lo del golpe en la mesa... lo pueden aprender también de otros niños, pero si funciona... Ha aprendido que golpe en la mesa = conseguir lo que deseo. Ya tenemos un niño manipulador. En cambio lo importante es enseñar que no siempre se puede tener lo que uno quiere. Eso es una buena enseñanza para ser feliz.

      Eliminar
    5. De acuerdo en todo excepto una cosa: dices que no son muchos los niños que consiguen superar etapas como la retirada del pecho o chupete, el paso a la cuna o cama etc., sin llorar. En cambio, yo creo que sí, y que podrían ser muchos más si permitiéramos que marcasen ellos el ritmo en vez de imponer este tipo de decisiones a nuestra conveniencia. Porque si hablamos de necesidad, para ellos puede ser una necesidad lo que para nosotros no lo es.
      Sobre la manipulación, considero en que un bebé o un niño pequeño no puede ni quiere manipular a su entorno, y discrepo totalmente con las teorías que así lo pretenden y que habitualmente sirven de excusa para ignorar sus sentimientos, o corregir su conducta de forma poco ética.
      Es cierto que de más mayores sí que pueden aprender y poner en práctica esas técnicas, como la del golpe en la mesa, también es cierto que la culpa no es siempre de los padres, que pueden aprenderlo de sus amigos o de los videojuegos, pero también es cierto que es bastante frecuente manipular a los niños para que hagan lo que nosotros queremos, les ofrecemos un premio si se cepillan los dientes a diario, les recordamos lo tristes o enfadados que se pondrán mamá y papá si no hacen tal y cual y así sucesivamente.
      Creo que el problema es que no especificamos si hablamos de niños de 2 años, de 6, o de adolescentes.
      Es cierto que muchas de las conductas que presentan en la adolescencia se han originado antes, y posiblemente habrían podido ser evitadas, pero reducirlo todo a la falta de autoridad de los padres me parece un enfoque bastante simplista.
      Yo estoy a favor de la autoridad en el sentido de guía, no se trata de estar al mismo nivel, pero tampoco comparto ese reparto de papeles al estilo yo mando-tú obedeces.
      Me entristece porque últimamente parece haberse puesto muy de moda el recomendar la mano dura, cualquier barbaridad que hace un adolescente se debe a que no han tenido mano dura con él, en seguida sale algún iluminado a decir que con un par de hostias eso no pasaba, y no nos detenemos a pensar en otros factores que influyen, y mucho.
      Hay padres que apenas ven a sus hijos, si pasan con ellos media hora al día es completamente irrelevante, creo yo, que estén durante esa media hora poniendo límites o jugando con ellos al parchís. Pero en vez de tratar de solucionar ese problema nos vamos a lo fácil, culpamos al niño, al adolescente de todo, y olvidamos que a menudo es un espejo de la sociedad en la que le ha tocado vivir.

      Eliminar
  4. Sobre la permisividad: Tengo la impresión que no hemos concretado lo que entendemos cada uno por permisividad. La permisividad en sí es un valor negativo. Si buscas la definición verás que es un exceso de una cualidad positiva como es la tolerancia. Por lo que ser tolerante es bueno para educar pero permisivo no, aunque está claro que no educar es peor como bien dices.

    Yo no creo que se confunda con falta de implicación u otros errores en la educación sino todo lo contrario. Tenemos miedo de ser autoritarios, ya que es un error cometido habitualmente en el pasado, y caemos sin darnos cuenta en la permisividad. Y somos demasiado tolerantes (o permisivos je,je) con este error pensando que siempre es mejor ser permisivos que autoritarios. Pero la realidad nos está diciendo que son igual de malos los extremos. Ser permisivos desorienta a nuestros hijos respecto a cumplir las normas y les enseña que es fácil conseguir lo que quieren (independientemente de que lo que consigan sea material o no y de su valor). En definitiva la permisividad genera unas expectativas sobre la vida irreales, que frustan y hacen infelices a nuestros adolescentes cuando empiezan a enfrentarse a la realidad. Si ya de por sí la adolescencia es una época complicada mejor no sumar este problema porque entonces será casi imposible imponer normas y límites.

    En definitiva tenemos que ser tolerantes pero no permisivos. ¿Y donde está el límite? Respeto por sus pensamientos y deseos pero no sumisión. Hay que escuchar, pero no modificar las normas y limites a su conveniencia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No hemos concretado la permisividad porque a mi entender es un valor subjetivo. Yo puedo pensar que estoy siendo tolerante y empática y a ti te parecerá que estoy siendo insoportablemente blanda y pasota.
      Por ponerte un ejemplo, mis hijos tienen permiso para disfrazarse con mi ropa y mis zapatos siempre y cuando vuelvan a guardarlo todo después. Para algunas personas, eso denota una falta de firmeza por mi parte, porque debería enseñarles a jugar exclusivamente con sus juguetes y no otras cosas.
      En cambio, tiendo a ser estricta en temas de respeto, no tolero que en mi casa se insulte, humille ni menosprecie a nadie, ni en broma, y el "son cosas de niños" no lo dejo pasar. Aquí es donde me parecen permisivas otras personas, a lo mejor las mismas que me critican por la anarquía que reina en mi armario.
      Por suerte o por desgracia, en la vida hay normas que cumplir, y es tan peligroso no tener ninguna como tener demasiadas.
      Y no, no se deberían modificar las normas y límites a su conveniencia, pero sí que se pueden negociar, creo que también hay que saber ser flexibles y entender que no pasa nada por quedarnos un rato más en el parque un día o por tomar cuatro galletas en vez de tres. Luego hay otras normas (en mi casa, las que están reñidas con salud, seguridad, higiene y respeto, aunque supongo que cada uno tendrá las suyas) que son innegociables. Sin embargo, creo que un niño está más dispuesto a ceder, a aceptar otros puntos de vista si ve que los demás hacen lo propio con él (cuando digo aceptar otros puntos de vista, me refiero a tener en cuenta sus motivos y preguntarle por sus razones en vez de atrincherarnos detrás del "no", no a decir a todo que sí por miedo a que se disguste).
      Sin ánimo de generalizar, porque a lo mejor es solo cosa de mi entorno, la mayoría de la gente no peca de exceso de permisivismo, en algunos (muchos) aspectos peca incluso de exceso de lo contrario, pero lo que muchos pretenden es que los niños se hagan invisibles, no molesten, no hablen, no se muevan.
      Vas a un restaurante y encuentras bebés atados al carrito llorando a moco tendido mientras sus padres cenan tranquilamente como si no tuvieran niño, y una parte de la sociedad lo ve bien porque lo contrario sería malcriarles.
      Luego ves a niños algo más mayores corriendo entre las mesas, metiendo los dedos en el plato de la gente y molestando a los demás, y los padres otra vez comiendo tranquilamente como si no tuvieran niño. Aquí es cuando les llamamos permisivos, yo personalmente considero que eso son ganas de seguir con el culo pegado a la silla.
      Y finalmente, nos echamos las manos a la cabeza diciendo que esos niños son unos tiranos y unos maleducados porque no les ponen límites cuando a lo mejor el problema es que están en un entorno que no es adecuado para ellos.

      Eliminar
  5. Tengo la sensación de estar hablando de lo mismo pero con diferentes nombres.

    Eres estricta y no eres permisiva: Sí, porque pones unas normas claras y haces que tus hijos las cumplan sin excepciones. Tú pones las normas según tus valores que son los que quieres inculcar a tus hijos. Evidentemente las normas cambian en cada familia según su escala de valores.

    Eres tolerante: porque permites que tus hijos se expresen y tienes en cuenta su opinión (el estar más tiempo en un parque porque ellos quieren, no es saltarse una norma salvo que hayas propuesto un horario muy estricto que luego te veas obligada a romper)

    Seguramente también serás paciente, los querrás con locura y si necesitas imponer un castigo será proporcionado e ineludible. Por lo que no haces nada diferente a lo que yo nombro o recomiendan muchos expertos. Imagino que tú lo llamarías de otra manera o que el concepto de ti misma era otro. Pero se puede y se debe ser estricto y tolerante a la vez. No son antagonistas. Tú misma lo dices; pocas normas pero que se cumplan. El resto se dialoga.

    Volviendo al tema del juez Calatayud que es lo que ha originado toda esta conversación cibernética. Errores en la educación hay muchos, que pueden originar problemas que se manifiestan sobre todo en la adolescencia, que incluso a veces se pueden arrastrar a la edad adulta.

    - Podemos encontrar problemas de autoestima en padres autoritarios que machacan a sus hijos, o en aquellos ausentes que no refuerzan positivamente sus logros.
    - Podemos encontrar problemas para expresar sentimientos en niños a los que nunca les han dejado expresarse.
    - Problemas de agresividad hacia terceros más débiles en niños extresados o con vivencias agresivas en casa
    - (...)

    Pero lo que el juez Calatayud denunciaba en su charla es el aumento exponencial de adolescentes agresivos hacia sus padres, con muy bajo indice de tolerancia a la frustración y con propensión a la delincuencia. Podrás decir que es una visión sesgada por su trabajo, que no se corresponde con la mayoría de la juventud, que hemos mejorado en otros aspectos a pesar de algunos malos datos... (también lo pienso así) pero es cierto que él más que nadie es de los primeros en detectar este cambio en las estadísticas de los jóvenes problemáticos que delinquen y que no hay que obviar sus causas aunque no seamos capaces de identificarlas en nuestro entorno.

    "La permisividad" que como ya te he comentado no es lo mismo que la tolerancia. Somos tolerantes cuando después de que nuestros hijos transgredan una norma los escuchamos. Ellos nos dan su versión y entendemos sus razones. Pero somos permisivos cuando esta transgresión no se corresponde con un castigo, o se lo levantamos a la mitad. Ahí es donde los enseñamos a manipular.

    "La ausencia de valores y normas" Si tener normas y permitir saltarselas es malo imagínate si no las ponemos.

    "La ausencia de los padres (trabajo, separaciones familiares...)" que no solo les es imposible educar en valores y normas por la falta de tiempo con sus hijos sino que en muchos casos tratan de compensar estas ausencias con concesiones y regalos.

    No sé, parate a pensar... ¿A cuantos padres conoces que hablan mal de un profesor delante de los hijos? ¿O qué levantan castigos a espaldas de sus parejas? ¿Qué ceden ante el miedo de rabietas? ¿Qué creen a pies juntillas lo que les cuentan sus hijos sin cuestionarselo? ¿Qué creen que toda una clase es injusta con su hijo?... Yo al menos me voy encontrando bastantes.

    Por fortuna, cometer algunos errores no significa que hagamos todo mal y que vayamos a tener unos problemones. Pero no hay que obviar los padres que han acabado siendo esclavos de las necesidades de sus hijos, por no darles unos valores ni normas, por no hacerles ver que transgredir una norma tiene consecuencias, por no saber decir que no para que el niño no se enfade. Y claro, cuando el niño llega a los 25 añazos...

    ResponderEliminar