lunes, 28 de abril de 2014

Dormir sin llorar - El libro de la web

Una vez leí que para tener una vida plena hay que tener hijos, escribir un libro y plantar un árbol. A partir de ahora, puedo decir con orgullo que solo me queda el árbol.
El próximo 20 de mayo sale a la venta Dormir sin llorar - El libro de la web, del que soy coautora. Me gustaría presentarlo diciendo que es el mejor libro sobre sueño infantil jamás escrito, aunque para hacer honor a la verdad me veo obligada a hacer una serie de puntualizaciones.
He leído unos cuantos libros que tratan en parte o en su totalidad el sueño de los niños, y he hojeado
unos cuantos más; por lo general, hasta donde he podido comprobar, se dividen en dos categorías: unos explican cómo, cuánto y dónde debería dormir un bebé, hacen hincapié en la firmeza de los padres a la hora de conseguir el objetivo que se han planteado, recomiendan dejar llorar al bebé hasta que se acostumbre, no acudir, o no hacerlo hasta pasado un tiempo, si se despierta y así sucesivamente; otros muestran un enfoque más respetuoso, defienden que el sueño es un proceso evolutivo, explican que los despertares son normales, pero tienden a ser parcos en consejos a la hora de capear el temporal.
En Dormir sin llorar defendemos sin dudarlo esta última corriente, consideramos que dejar llorar a un bebé no es ético, ni efectivo, ni saludable; sin embargo, tantos años de experiencia foril, de dar y recibir consejos, nos han enseñado que no se trata simplemente de aguantar hasta que el sueño del niño empiece a parecerse al de un adulto. Es posible mejorar el sueño de todos, del bebé pero también de los padres, sin que nadie se resienta ni tenga que sufrir por ello.
Este libro es la culminación de un proyecto que empezó hace casi cuatro años, aunque por aquel entonces ni se nos pasaba por la cabeza la idea de escribir un libro sobre sueño infantil. Empezamos recopilando artículos para debatirlos, actualizar la Guía Dormir sin Llorar con la información que encontrábamos útil, y poco a poco fue tomando forma la idea de redactar un folleto con consejos respetuosos sobre sueño para irlo repartiendo en las maternidades, consultas de pediatría y grupos de apoyo. Una cosa fue llevando a la otra, y empezamos a barajar la idea de escribir un libro y autoeditarlo, hasta que la editorial Obstare decidió apostar por nosotras y hacerse cargo de la edición.
Esta es la historia "oficial" de nuestro libro, pero al mismo tiempo también es nuestra historia: una historia de noches en vela detrás de una pantalla, de un borrador en Google docs con notas en todos los colores del arco iris (cada una un color, para controlar los cambios), de capítulos escritos a una sola mano y con un bebé a la teta, de conversaciones y debates; es una historia de expectación, de superación, de ganas de hacer algo grande y de contribuir a cambiar el mundo. Es mi historia, es la historia de Rafi, de Mon, de Merche, de Bego, de Cristi y de Rosalina, una historia de madres, foreras y amigas. Gracias a todas por estos años, por lo que las palabras no pueden expresar.
Alea jacta est, y larga vida a Dormir sin llorar.

Contenido

Prólogo de Carlos González

CAPÍTULO 1- INFORMACIÓN GENERAL SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS - El sueño normal del bebé y el bebé que duerme mal - ¿Por qué se despiertan los bebés? 
CAPÍTULO 2- ESTRATEGIAS BÁSICAS Y NECESARIAS PARA MEJORAR EL SUEÑO - El ambiente del sueño- Plan de siesta - Guardería - Viajes - La rutina de buenas noches
CAPÍTULO 3- BEBÉS DE 0 A 3 MESES - ¿Cómo duermen los recién nacidos? - ¿Qué el bebé se duerma sin ayuda?- Estrategias para dormir a un bebé de 0 a 3 meses - El colecho, una opción a tener en cuenta - El Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante y el colecho - Otros problemas y otras soluciones - El bebé con cólicos - Técnica para envolver al bebé - El cólico y la falta de siestas - El cólico en bebés amamantados - Masajear al bebé - El descanso de la madre en el post-parto - Estadísticas - Plan de acción.
CAPÍTULO 4- BEBÉS DE 4 A 7 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 4 a 7 meses? - Crisis de crecimiento en bebés amamantados - Consejos básicos para el sueño - Identifica las señales de sueño del bebé - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Dormirse comiendo y despertarse para comer - ¿Cereales para dormir más y mejor? - Regreso al trabajo y cuidado por el papá u otras personas - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 5- BEBÉS DE 8 A 12 MESES- ¿Cómo duermen los bebés de 8 a 12 meses? - La angustia de separación y el apego - ¿Cómo ayudar-(nos) a superarlas ?-  La salida de los dientes - La alimentación complementaria y su relación con el sueño - Nuevos hitos: aprender a sentarse, ponerse de pie y gatear - Sacarlo de la habitación de los padres - Descansar durante el día - Identifica las señales de sueño del bebé - Palabras mágicas - Dormirse en brazos - Dormirse con el chupete - Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc. - Plan padre - Estrategias para madres que dan el pecho - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 6- BEBÉS DE 1 A 2 AÑOS- ¿Cómo duermen los bebés de 1 a 2 años? - La angustia de separación - Salida de más dientes - Nuevos hitos: caminar, correr, hablar.. .- Las rabietas. - Consejos básicos para el sueño.- Alimentos que favorecen el sueño- Otros problemas, otras soluciones- Dormirse en brazos- Plan cambia-rutinas, dormirse comiendo o siendo mecido, etc -  Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Cambiarlo de habitación - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 7- NIÑOS DE 2 A 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de 2 a 3 años? - Rabietas, los terribles dos- Miedos - Dejar los pañales - La siesta - Alimentos que favorecen el sueño - ¿Pesadillas o terrores nocturnos? - Plan padre - Biberones nocturnos - Estrategias para madres que dan el pecho - Dormir en su habitación y permanecer en ella - Estadísticas - Plan de acción
CAPÍTULO 8- NIÑOS DE MÁS DE 3 AÑOS- ¿Cómo duermen los niños de más de 3 años? - Miedos - El inicio del colegio - Consejos básicos para el sueño - Cenas para dormir - Malos sueños - Mojar la cama, enuresis nocturna - Celos de hermanos - Dormir en su habitación toda la noche - Dejar el chupete - Conclusiones - Plan de acción
CAPÍTULO 9- DORMIR A DOS O MÁS- Hermanos de diferente edad - Mellizos o gemelos
CAPÍTULO 10- MOLESTIAS QUE QUITAN EL SUEÑO- Gases y cólicos- Reflujo gastroesofágico - Parásitos intestinales.- Catarros, tos, mocos - Salida de los dientes - Dematitis atópica - Alergias alimentarias o intolerancias a alimentos - Apnea del sueño y ronquidos - Pesadillas y Terrores nocturnos.- Sonambulismo - Adormecimiento brusco.   
CAPÍTULO 11- FÁRMACOS Y OTRAS SUSTANCIAS- Suplementos de melatonina - Antihistamínicos - Homeopatía- Flores de Bach - Plantas medicinales.
CAPÍTULO 12- MITOS SOBRE EL SUEÑO DE LOS BEBÉS-¿No pasa nada porque llore? - ¿A partir de los 3 meses debería dormir del tirón? - ¿Es raro que no sepa dormirse solo?- ¿El colecho hace a los niños dependientes? - ¿Dormirá mejor si se cansa mucho durante el día? - ¿El sueño se recupera? - ¿El mal dormir se hereda?
CAPÍTULO 13- ¿POR QUÉ SIN LLORAR?- ¿Qué son los métodos de extinción?- ¿Cómo funcionan realmente los métodos de extinción? - ¿Por qué sin llorar? Porque Dormir Sin Llorar, funciona.


El libro ha sido publicado por la editorial Obstare, con ISBN 978-84-941016-7-0 y se puede comprar en la tienda online de Dormir sin llorar, en Casa del libro, FNAC y en tu librería favorita.
Otros enlaces:
 

jueves, 24 de abril de 2014

Regreso a mi tierra - Parte 2 (Criar en tribu)

Continuación de Regreso a mi tierra - Parte 1 (El viaje del corazón)

Este viaje me ha permitido regresar a mi tierra, a mis raíces, a mi corazón. Me he reencontrado con mis tíos y primos después de tantos años; en realidad, nunca perdimos el contacto, pero a pesar de que Facebook y Skype hacen que la comunicación sea más frecuente y fluida que antaño, no se puede comparar una relación virtual a la calidez de un abrazo.
A decir verdad, antes de la partida me asaltaron unas dudas: era la primera vez que mis hijos viajaban al extranjero, la primera vez que iban a encontrarse en persona con esa parte de la familia, y sinceramente no sabía cómo iban a reaccionar, cómo reaccionaríamos todos.
Mis tíos me lo pusieron increíblemente fácil, ya que nos dejaron claro desde el principio que el viaje sería a medida de niño, que mis hijos serían los que marcarían el ritmo y los adultos nos adaptaríamos a las necesidades de los peques.

Ha habido ocasiones en las que me he alegrado de criar relativamente sola, de ser autosuficiente, de no tener que delegar el cuidado de mis hijos más que en contadas ocasiones y por razones de fuerza mayor. Esta soledad me ha proporcionado una extraña independencia: puesto que nadie ha dormido jamás a mis hijos, no pueden decirme cómo debería dormirles, nadie les ha bañado así que no pueden opinar acerca del momento en que debo hacerlo o de los productos que debería emplear y así sucesivamente.
Digamos que estoy rodeada de buenas personas, pero en ocasiones su visión de la crianza difiere significativamente de la mía, con lo cual he llegado a la conclusión de que prefiero correr el riesgo de equivocarme con tal de poder pensar con mi propia cabeza.

Pero hacer un viaje en familia con niños implica automáticamente que al convivir varios días con otras personas, éstas acaben por intervenir de algún modo, a veces incluso con la mejor intención del mundo.
Otra vez más, la extraordinaria calidad humana de mis familiares (mi padre, mis tíos, mis primos y la avalancha de parientes políticos que conocimos los últimos días) ha conseguido disipar mis miedos. Me han hecho descubrir el verdadero significado de criar en tribu: no ha habido consejos no solicitados, ni interferencias, al contrario, he encontrado apoyo, cariño y comprensión en cualquier momento.
Fueran adónde fueran, mis hijos han encontrado en todo momento a alguien dispuesto a contarles historias, a jugar con ellos, a hacerles mimos y cosquillas, a cambiar los planes si estaban cansados, en resumen a tratar de convertir sus vacaciones de Pascua en un recuerdo inolvidable.
Este viaje me ha cambiado más de lo que pensaba, o quizás me ha descubierto facetas cuya existencia he ignorado hasta el momento; me ha dado la posibilidad de renacer.

 

martes, 22 de abril de 2014

Regreso a mi tierra - parte I (El viaje del corazón)

Acabamos de volver de unas vacaciones en Italia. Cada vez que he vuelto a mi país han resonado en mi cabeza las palabras que Alfredo, un personaje de Nuovo Cinema Paradiso, una de mis películas favoritas, dirige a Totò: le anima a marcharse del pueblo y a no mirar atrás, le explica que cuando uno vuelve al poco tiempo, lo encuentra todo cambiado, pero cuando regresa al cabo de muchos años, descubre que todo sigue igual.
Me marché, y volví casi todos los años, cada vez que las circunstancias y la economía me lo permitían; volví con mis padres, sola, con mi ex, con mi marido. Volví siempre que pude durante diez años; visité los lugares de mi infancia y comprobé que Alfredo tenía razón, el paso del tiempo había borrado muchos de los sitios donde anidaban mis recuerdos.
El bar de Giovanni donde iba a comprarme el helado los fines de semana ya no existía; tampoco quedaba rastro del taller de Aldo ni de la lechería de Gabriella. La papelería a la que iba con mis amigos al acabar el colegio seguía allí, pero había otro dependiente, ya no estaba ese simpático señor de pelo canoso al que comprábamos gominolas con sabor a limón y coca cola, a escondidas de nuestros padres que no querían que nos estropeásemos los dientes con esas porquerías; ya no podía pegar la nariz al escaparate de mi juguetería favorita, embobada ante el tren eléctrico que cruzaba ríos y montañas de cartón piedra, porque en su lugar una joyería exponía relojes y pulseras de precios astronómicos.
Sobre todo, en cada regreso, me asaltaban los recuerdos de los que ya no estaban conmigo: mi abuela, mi primo, mi tía, mi tía abuela, mi otra abuela nos fueron dejando; amigos de infancia que se marcharon a otros lugares por trabajo o por amor.
Cuando me preguntan de qué parte de Italia soy, me cuesta contestar. Yo nací en un sitio, mi padre era de otro, veraneábamos en un tercero, vivimos unos años en otro más, y en todos ellos dejé un trozo de mi corazón. Pertenezco a todos ellos, y a la vez a ninguno.
Pasaron los años y dejé de volver. Mi familia, mis amigos estaban esparcidos por toda la geografía y habría sido imposible ver a todos en un solo viaje; además, no me encontraba con ánimos para pasar unos días visitando ciudades a las que ya no reconocía, que habían sido mías pero me resultaban extrañas porque quizás nunca me habían pertenecido del todo.
Luego tuve a mis hijos y aplacé de nuevo la vuelta, me parecía muy complicado embarcarme en un viaje de tantos kilómetros con niños pequeños.
No volví a pensarlo hasta este año, cuando mi marido y yo logramos milagrosamente arañar unos días en Semana Santa, coincidiendo con las vacaciones escolares.
Pensé que, como en tantas otras ocasiones, acabaría por verlo todo a través de los ojos de mis niños, pero esta vez curiosamente no fue así.
El primer impacto fue inesperado, casi violento. Estaba en el bar del aeropuerto de Malpensa, a punto de pedir algo de beber para mi hijo, pero las palabras no acudían a mi boca. Mejor dicho, acudían pero no en el idioma correcto: tuve la desagradable sensación de ser extranjera en mi tierra. Duró apenas unos segundos, porque en cuanto empecé a oír mi idioma por todas partes, estos últimos veinte años lejos de mi país se borraron de un plumazo: recuperé mi acento castizo, volví a recordar un montón de expresiones que no he utilizado en dos décadas, me sentí de nuevo en casa.
A lo largo de esa semana, recorrimos más de mil kilómetros mi familia y yo, juntos con mi padre y mis tíos, nos reencontramos con parientes a los que no había visto en años, conocimos a otros que llegaron después.


Duomo de Milán
Visitamos los lugares de interés turístico, pero al mismo tiempo hicimos el viaje del corazón, ese recorrido paralelo que no aparece en ninguna guía pero tiene un significado especial: los lugares donde hemos dejado un trocito de nuestra alma. Mi padre nos contó historias de cuando era niño, nos enseñó la casa de la abuela, nos habló del manzano que crecía en el patio y de la estatua que se encontraba en un parque a poca distancia, a la que él llamaba l'uomo di ferro, el hombre de hierro, que tanto le asustaba de niño.
Volví a ver la casa de mi tía, sus estantes repletos de fotos de familia, cada una con su historia, a veces divertida y a veces trágica; mientras los niños jugaban en el jardín me quedé con ella en su cocina, hablando de todo y nada, esa misma cocina en la que años atrás preparó la piadina di crudo e rucola para mi marido y el suyo, que acababan de volver de ver un partido de fútbol en el campo.
Salí a la calle y descubrí que queda mucho más de lo que me he perdido. A veces las cosas cambian de forma pero el contenido permanece: un hombre con maletín y un traje de raso casi translúcido, un chico con la cara tatuada cruzándose fugazmente con una señora ataviada con estola de visón y tacones a la salida de la iglesia de San Babila, piezas distintas que forman el mismo mosaico de antaño.
Pude deleitarme de nuevo con un cappuccino como Dios manda, los chicles Big Babol con los que se pueden hacer pompas tan grandes que pringan la nariz, los escaparates con sus productos desplegados en perfecta armonía, los dependientes que nunca dejan de sonreír, los bocadillos que cuestan un despropósito, las revistas que hablan de famosos a los que ya apenas conozco pero conservan el mismo look de siempre.
Cuánta razón tenía Alfredo, he tenido que volver al cabo de muchos años para descubrir que todo sigue igual. La brecha ya se ha cerrado, porque yo también sigo siendo la misma.

Continuación: Regreso a mi tierra - parte 2 (Criar en tribu)