martes, 25 de noviembre de 2014

Día internacional contra la violencia de género

Elena no parecía encajar en ninguno de los clichés que la gente tiende a asociar a las víctimas de violencia de género. Era la mayor de tres hermanas, nació en una familia de clase media, tuvo una infancia feliz, ningún trauma, ninguna experiencia negativa que la marcara. Tenía muy buena relación con sus padres y se sentía muy unida a sus hermanas, en especial a la mediana; sacaba buenas notas, le gustaba la música pop, tocaba el piano bastante bien, solía llevar unos pendientes en forma de corazón, estaba constantemente a dieta porque tenía tendencia a engordar y disfrutaba hojeando las revistas de moda. Siempre fue una chica normal, hasta que le conoció a él.
A decir verdad, él tampoco encajaba en ningún cliché. Los que le conocían decían que tenía un aspecto agradable, incluso atractivo, tenía estudios universitarios, un trabajo estable, un grupo de amigos a los que conocía desde la infancia, una conversación amena y cierto sentido del humor.
Nadie sabía con exactitud cuándo, cómo y por qué Elena acabó atrapada en la espiral de la violencia; a lo mejor, ella tampoco lo sabía. Creo que no fue un vendaval que destrozó su vida de la noche a la mañana, sino una marea insidiosa que subió lentamente hasta alejarla de todo lo conocido y convertirla en la sombra de sí misma.
Hay muchas lagunas en su historia, muchos secretos, muchas verdades no dichas. Familiares y amigos intentaron juntar retazos de información con la esperanza de juntar las piezas del puzle, pero aún así la imagen final es incompleta.
Al principio parecían felices, tenían intereses comunes, salían a menudo, se llevaban bien, empezaron a ahorrar para irse a vivir juntos. Poco a poco, las primeras señales de alarma empezaron a saltar. Unos celos injustificados que siempre desembocaban en pelea, una retahíla de insultos durante una discusión, un cenicero estrellado contra el suelo en un momento de rabia, un portazo, un empujón, la primera bofetada seguida de unas lágrimas de arrepentimiento, la promesa de no repetirlo nunca jamás.
La familia de Elena intentó apartarla de él en un sinfín de ocasiones, pero ella terminó alejándose de todos. La despidieron del trabajo por sus repetidas ausencias y a partir de aquel día se quedó recluida en su casa, encerrándose durante días cuando el maquillaje no lograba disimular las marcas, alejada de todo y de todos, presa del miedo. Miedo a que él no viniera, miedo a que viniera, miedo a oír la llave girar dentro de la cerradura, miedo a no saber si aquel día recibiría un beso o una paliza.
Fue hospitalizada en dos ocasiones, dijo que había tenido un accidente doméstico y se negó a denunciar a pesar de que el equipo médico que la atendió la animara a hacerlo.
Le dejó varias veces, pero por alguna razón que ni siquiera ella era capaz de explicar, se dejaba cautivar por sus muestras de arrepentimiento y acababa volviendo con él.
Después de su segunda hospitalización, decidió dejarle definitivamente. Sacó sus cosas del piso que compartía con él y se mudó a casa de su hermana.
Él vino a buscarla unos días después, con lágrimas en los ojos y sus eternas promesas de cambio en los labios. Al principio, Elena no quiso saber nada de él, pero tras unas semanas de declaraciones, regalos y planes de futuro, accedió a intentarlo de nuevo. A él, le dejó claro que sería su última oportunidad.
Lo fue. Unos días más tarde, Elena se convirtió en la víctima nº 47 de violencia de género de aquel año. Así la describieron los periódicos que le dedicaron unas pocas líneas, un suceso como muchos otros, una mujer presuntamente asesinada por su pareja.
Su familia se despidió de ella con una frase que quisieron incluir también en la esquela: por fin a salvo.
 
Dedicado a Elena, que sigue viviendo en el recuerdo de sus seres queridos, a todas las víctimas de violencia de género y a todas las que sufren en silencio. No suelo rezar, pero he encendido una vela blanca, espero que su luz os acompañe y os guíe.
 
25 de noviembre, Día internacional contra la violencia de género.

martes, 11 de noviembre de 2014

Presentación y taller de sueño infantil en Madrid

 
 
El próximo sábado 22 de noviembre a las 11:30 presentaré Dormir sin llorar - El libro de la web en La cocinita de Chamberí. Tendremos además un taller de sueño infantil, en el que hablaremos del sueño de los bebés, las temáticas más recurrentes así como posibles pautas y soluciones.
La entrada es gratuita, pero se ruega reservar plaza con antelación a través del enlace http://www.lacocinita.es/BookingRetrieve.aspx?ID=67777.
Por lo demás, solo me queda deciros que no es la primera presentación a la que participo, pero es la primera de la que me encargo yo sola, así que espero estar a la altura.
¡¡Un beso muy fuerte y nos vemos!!