martes, 29 de mayo de 2012

Manda huevos

Recientemente, he podido leer en varios medios de comunicación las últimas declaraciones del Dr. Estivill en lo que a sueño se refiere. Me han producido la acostumbrada mezcla de indignación, resignación y asombro que suelo sentir cada vez que tengo la ocasión de oír o leer majaderías de semejante calibre.
La reciente publicación de ¡A dormir!, un refrito, perdón, reedición del más conocido Duérmete niño, ha servido como rampa de lanzamiento para una avalancha de declaraciones a cuál más - digamos - excéntrica.
Mi favorita se resume en que los fetos ya duermen solos antes de nacer, y es importante que los padres no les ayudemos a "desaprenderlo". Por desgracia, este genial descubrimiento merecedor del Nobel para la medicina llega con unos años de retraso, puesto que hace años que se sabe que los niños ya saben dormir antes de nacer. Sin embargo, el Dr. Estivill nos vuelve a deleitar con su facilidad para tergiversar la realidad ignorando los hechos que más le incomodan, y parece olvidar que los fetos duermen plácidamente acunados por el movimiento de la madre, mientras flotan apaciblemente en un mundo suspendido entre cielo y tierra. También parece pasar por alto el hecho de que los bebés que no desaprenden lo que aprendieron antes de nacer son los que necesitan dormirse en brazos, puesto que con ello intentan reproducir la sensación que experimentaron durante su vida intrauterina.
Por tanto, es mucho más fácil transmitir el mensaje opuesto, dar a entender que lo más natural es recrear la etapa fetal en una cuna fría, aséptica e impersonal, para que el niño aprenda a dormirse solo. Hace especial hincapié en la importancia de acostar al bebé despierto para "darle la oportunidad de dormirse solo", para que de este modo nuestros hijos puedan adquirir buenos hábitos.
A este respecto, me pregunto si el Dr. Estivill ha hecho la prueba con muñecos o con bebés humanos, puesto que hasta donde yo sé, estos últimos suelen llorar si se les deja solos; posiblemente, la importancia de dejar solo al bebé desde los primeros días de vida esté estrechamente vinculada a las ventas de sus libros, no vaya a ser que los padres consigan conectar con su instinto, acaben por descubrir que lo que tienen en brazos es un ser humano y no una cría de gremlin y decidan prescindir de manuales que animan a poner en práctica una desensibilización progresiva hacia las necesidades del bebé.
A estas alturas, la extensa bibliografía del Dr. Estivill ya cubre casi todas las fases vitales en cuanto a sueño: ya teníamos el Duérmete niño, que abarca desde el nacimiento hasta los 5 años; para los niños más mayores está Vamos a la cama, método Estivill para niños entre 5 y 13 años; los adultos podemos dejarnos guiar por Necesito dormir, Que no me quiten el sueño y El libro del buen dormir. Finalmente, gracias a ¡A dormir!, se ha podido reglamentar también la etapa fetal.
Sin embargo, todavía queda un resquicio que el Dr. Estivill todavía no ha aprovechado (aunque es posible que solo sea cuestión de tiempo): me refiero a la época de la concepción. Haciendo gala del ingenio y el sentido del humor que le caracteriza en la elección de sus títulos, la próxima publicación del Dr. Estivill podría ser Manda huevos: guía para enseñar a dormir a los espermatozoides.
A mi modo de ver, es perfecto: seguramente existe una teoría científica que demuestre que los espermatozoides que no duermen como deberían producen bebés incapaces de adquirir el correcto hábito de sueño, y por tanto es de vital importancia enseñarles a dormir antes de la fecundación. Y si dicha teoría no existe, pues se inventa (al igual que con los famosos estudios científicos que supuestamente alaban las bondades de su método, que el Dr. Estivill cita frecuentemente y misteriosamente no aparecen por ningún lado).
A continuación, solo habría que recurrir a alguna obviedad y convertirla en un descubrimiento de gran trascendencia, por ejemplo: se ha demostrado que las gallinas no sufren insomnio, no toman teta y no necesitan ser mecidas para dormir. Esto se debe a que sus huevos son empollados en el nido y aprenden buenos hábitos desde el principio, a diferencia de lo que ocurre con la raza humana que necesita una reeducación constante, porque los padres de hoy en día somos incapaces de hacer las cosas como Dios manda y necesitamos seguir a un gurú que nos enseñe a regular todas las facetas de nuestras vidas.
Yo lo digo en broma, pero no me extrañaría que alguien se lo tomara en serio.
Manda huevos, de verdad.

2 comentarios:

  1. Cada vez me cansa más este hombre y cada vez me da más pena de los niños a los que se lrs infringe el castigo de su método. pobres niños y lo siento, pero para mi, que crueles padres

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