jueves, 24 de abril de 2014

Regreso a mi tierra - Parte 2 (Criar en tribu)

Continuación de Regreso a mi tierra - Parte 1 (El viaje del corazón)

Este viaje me ha permitido regresar a mi tierra, a mis raíces, a mi corazón. Me he reencontrado con mis tíos y primos después de tantos años; en realidad, nunca perdimos el contacto, pero a pesar de que Facebook y Skype hacen que la comunicación sea más frecuente y fluida que antaño, no se puede comparar una relación virtual a la calidez de un abrazo.
A decir verdad, antes de la partida me asaltaron unas dudas: era la primera vez que mis hijos viajaban al extranjero, la primera vez que iban a encontrarse en persona con esa parte de la familia, y sinceramente no sabía cómo iban a reaccionar, cómo reaccionaríamos todos.
Mis tíos me lo pusieron increíblemente fácil, ya que nos dejaron claro desde el principio que el viaje sería a medida de niño, que mis hijos serían los que marcarían el ritmo y los adultos nos adaptaríamos a las necesidades de los peques.

Ha habido ocasiones en las que me he alegrado de criar relativamente sola, de ser autosuficiente, de no tener que delegar el cuidado de mis hijos más que en contadas ocasiones y por razones de fuerza mayor. Esta soledad me ha proporcionado una extraña independencia: puesto que nadie ha dormido jamás a mis hijos, no pueden decirme cómo debería dormirles, nadie les ha bañado así que no pueden opinar acerca del momento en que debo hacerlo o de los productos que debería emplear y así sucesivamente.
Digamos que estoy rodeada de buenas personas, pero en ocasiones su visión de la crianza difiere significativamente de la mía, con lo cual he llegado a la conclusión de que prefiero correr el riesgo de equivocarme con tal de poder pensar con mi propia cabeza.

Pero hacer un viaje en familia con niños implica automáticamente que al convivir varios días con otras personas, éstas acaben por intervenir de algún modo, a veces incluso con la mejor intención del mundo.
Otra vez más, la extraordinaria calidad humana de mis familiares (mi padre, mis tíos, mis primos y la avalancha de parientes políticos que conocimos los últimos días) ha conseguido disipar mis miedos. Me han hecho descubrir el verdadero significado de criar en tribu: no ha habido consejos no solicitados, ni interferencias, al contrario, he encontrado apoyo, cariño y comprensión en cualquier momento.
Fueran adónde fueran, mis hijos han encontrado en todo momento a alguien dispuesto a contarles historias, a jugar con ellos, a hacerles mimos y cosquillas, a cambiar los planes si estaban cansados, en resumen a tratar de convertir sus vacaciones de Pascua en un recuerdo inolvidable.
Este viaje me ha cambiado más de lo que pensaba, o quizás me ha descubierto facetas cuya existencia he ignorado hasta el momento; me ha dado la posibilidad de renacer.

 

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